
Discerniendo la vida consagrada
VIRGINIDAD CONSAGRADA
8/23/20241 min read
Elegir la vida célibe conlleva -como cualquier otra vocación- un camino de discernimiento puesto que vivirla es don de parte de Dios y esfuerzo de parte de la persona. El célibe ha comprendido que su llamado a vivir desde ya la experiencia plena de comunión con Dios es el mayor regalo que Éste ha querido darle. Sin embargo, es consciente que el aceptar el don no es algo mágico sino que es el comienzo de la más grande aventura de su vida.
El sacerdote, religiosa o religioso, los laicos consagrados y los solteros que han acogido el don del celibato lo han hecho también como tarea pues es en el camino de la misma vida célibe donde Dios le va revelando a la persona las profundidades de su propio corazón. No sólo le revela sino, sobretodo, las sacia, es decir, es en el camino donde Dios le hace experimentar al célibe que su corazón está hecho para ser planamente hijo o hija, para entrar en comunión plena con Dios y con sus hermanos, y para dar vida en abundancia.
Este discernimiento que llamamos “camino” podemos afirmar que dura toda la vida pues es la forma en la que Dios va conquistando, sanando y liberando el corazón del célibe y es en ese mismo camino donde éste último va respondiendo al llamado que recibió de parte de Dios.
Por tal motivo, el discernimiento del célibe no se agota en la elección de esta vocación sino que se extiende a lo largo de su historia pues es por medio de ese mismo discernir las huellas de Dios en su corazón y su ambiente como su vida se transforma en su propia historia de salvación.