¿Te posees a ti mismo?

AMOR Y FECUNDIDAD

8/23/20241 min read

Sabemos ya que hemos sido creados para la donación: donarnos al otro y acoger el don del otro.

Sin embargo, hay una lógica muy clara para que esto se cumpla: nadie puede regalar algo que no es suyo, algo que no posee… ¿qué valor tendría ese “regalo”? ¡Pasa lo mismo con nosotros! No podemos hacer un don auténtico de nuestra persona si no nos autoposeemos, si vivimos bajo esclavitudes disfrazadas de libertad.

¿Has escuchado decir que toda obra de arte habla del artista? Así es todo cuanto Dios crea… todo cuanto encontramos dentro o fuera de nosotros, revela una parte de quién es Él. Piensa en todo aquello que te brinda placer: desde el dormir y el comer hasta el placer sexual. ¡Todo esto ha sido creado por Dios, te ha sido dado por Él y, por ende, todo esto es muy bueno!

Nos gusta decir que estos placeres son como ventanas al Cielo, al Misterio de Dios… revelan una parte de Dios, pero no son Dios.

¿Cuándo entra entonces, a partir de estos placeres, el pecado en nuestra vida? Precisamente cuando en nuestro corazón las prioridades se desordenan y permitimos que estas cosas -estos impulsos y placeres- muy buenas, pero que no son Dios, le quiten el primer lugar a Él. Cuando nos rebajamos a ser como animales incapaces de decidir y amar, sobreponiendo el placer al Bien mayor, que es el Amor.

Queremos decirte que no estamos hablando de vivir reprimiendo esos impulsos y de verlos como tus peores enemigos, sino de vivirlos como Dios los ha soñado: ¡al servicio del amor! Se trata no de apagarlos, sino de ejercer un señorío sobre ellos… de dirigirlos en libertad y plenitud, y dejar de vivir como esclavos.

Finalmente, los “no” que hay que dar en esta autoposesión que hace auténtica la autodonación, no son negaciones sin sentido, sino que custodian el más grande “Sí” que uno puede dar: el Sí al Amor con mayúscula para el que hemos sido creados, el Sí que nos lleva al Cielo.

¿Qué haces tú para poseerte a ti mismo, y así poder donarte en plenitud a los demás?