
Un noviazgo casto
NOVIAZGO
8/23/20242 min read
Antes pensaba que la castidad era igual a no tener relaciones sexuales. Para mí, la castidad implicaba reprimir mis deseos sexuales y ver al sexo como algo malo, algo sucio.
Sin embargo, la Teología del Cuerpo me enseñó que la castidad no es represión, sino Redención. La castidad no reprime mis deseos sexuales, sino que los ordena a lo verdaderamente bueno y bello.
¿Qué implicó vivir un noviazgo en castidad?
Ordenar los deseos sexuales, orientándolos al plan de Dios. Si habían caricias que no provenían del afecto sino de la excitación, mi novio y yo sabíamos que en ese momento debíamos parar, pues anhelábamos el Cielo para el otro, lo que implicaba cuidar de su cuerpo y su alma. Es necesario preguntarnos: ¿cuáles son mis intenciones?, ¿con mi caricia deseo afirmar y cuidar a mi novia/o, o busco primero el placer?
¿Fue fácil? No.
Tuvimos caídas y fallas en nuestra vivencia de la castidad... pero se trata de construir un noviazgo casto, no de ser intachables.
¿Y qué pasa si caímos en la tentación?
Recuerda que Dios hace nuevas todas las cosas, y cuando hay un corazón arrepentido y deseoso de amar de veras, Él perdona sin llevar las cuentas... y no sólo esto, sino que da la fuerza para seguir construyendo este amor humano.
Tanto nos enamoramos mi novio y yo de la Teología del Cuerpo que decidimos hacer la famosa promesa de castidad.
Nos formamos y ante Dios nos pusimos un anillo (un signo, un recordatorio de que estamos colaborando con Dios para construir algo más grande que nosotros mismos) con la firme convicción de esperar hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, pero no acaba todo ahí...
Tan bueno fue esto que mi novio y yo ¡ahora somos esposos!, y estamos muy agradecidos por haber hecho esa promesa ante Dios, pues nos impulsó a ordenar nuestros deseos sexuales que, ahora en el matrimonio, vivimos con plenitud, pues nos donamos sabiendo que, bajo la mirada del otro, estamos seguros. Esto nos ha seguido confirmando que la castidad durante el noviazgo es la semilla para un matrimonio santo.
¿Qué consejos te puedo dar si te gustaría vivir también un noviazgo casto (ordenado a la voluntad de Dios)?
1. Tomen cursos, retiros... ¡fórmense para conocer a profundidad la virtud de la castidad! Nadie ama lo que no conoce
2. Aprendan a distinguir la lujuria del amor real: ¿cuál es el origen de esa caricia? ¿afecto o excitación sexual?
3. Sé sincero con tu pareja. Tengan estas conversaciones incómodas pero profundas, donde le expliques cómo te sientes y que te gustaría que viviera la castidad a tu lado.
4. Cuando la situación empiece a ponerse "ardiente", paren. Pueden hacer, en ese momento, una oración para que sus deseos se encaminen nuevamente al plan de Dios. ¡Sean sinceros consigo mismos y no jueguen con fuego!
5. Eviten lugares donde estén solos; por el contrario, sean creativos. Hay un montón de actividades que pueden compartir... ser íntimos no implica tener relaciones sexuales.
El sexo es algo muy bueno, por eso es tan sagrado y reservado solamente a la persona que te va a amar de una manera libre, total, fiel y fecunda. Aprovecha tu noviazgo no para verlo como una serie de prohibiciones, sino con una propuesta grande y convocante para el Amor con mayúscula.